¿Cuántas cosas que has aprendido y vivido, hoy ocupas de una manera casi automática, sin registrar el inicio de la enseñanza? ¿Cuánto recuerdo, hoy unido con el presente se transforma en algo distinto? Esa es la magia de unir cada pedazo, como si fuera un rompecabezas. Cuando crees que está “la creación lista” te das cuenta que sólo es una pieza de un nuevo crucigrama más grande que resolver. Asi van pasando los años, mientras creamos de una manera imperceptible la realidad.
Hace unas semanas decidí tomar clases de Art Quilting, esta técnica de unir pedacitos de telas para crear cosas, verdaderas obras, como mantas, cubre pisos entre otras. Mi profesora es Lucia Stacchetti, una gran artista textil Chilena, con gran trayectoria, ha presentado obras en varias partes del mundo. Es un lujo que me enseñe, sobre todo a alguien como yo, acostumbraba a pegar botones y bastas con pegamento. Desde pequeña siempre se estimuló mi intelectualidad, poniendo mi creatividad en mi trabajo mental y no en mis manos. Cosa que decidí cambiar, desde que aprendí lo importante que es tener un cerebro con hemisferios equilibrados, esto permite tomar mejores decisiones y mirar la vida con un prisma distinto. Incorporar nuevas tareas manuales, exige coordinación, incrementa la motricidad y la destreza en otras actividades. Permite también estar en calma disminuyendo el estrés, y compartir con otras personas, es otra forma de estimular el cerebro. Además, este tipo de tarea mejora la autoestima, ya que el proponerse un objetivo, que parece simple (no para mí), como coser y unir trozos de tela, al terminarlo, produce gran liberación de endorfina, ocasiona felicidad.
Al estar sentada en clases, pegando estas telas muy pequeñas, que yo insistía en cortar y coser con una exactitud extrema. Me comentó Lucia, “que no me preocupara tanto, porque la falta de precisión, no se notaría al unir cada pieza” y que por ultimo lo hacíamos de nuevo. Que dejara la regla de lado, y que entrenara “el ojo del artista”, que gran mujer, ya me llamaba artista, me convenció que todos lo somos. Y le creí.
En ese momento me di cuenta que unir esos parchecitos era como la vida misma, que lo que hacemos en un momento, que parece una gran falla, al unirse con otro pedazo “ de tela de nuestra vida”, no se nota, se funde, creando algo nuevo, incluso hermoso.
Que finalmente no tenia claro como iba a quedar mi manta, a pesar que elegí los colores, que tenia que ir disfrutando cada paso, dejándome seducir por el misterio de la unión de patrones. El resultado llegaría con la constancia, la creatividad y seguir ciertas reglas. ¿Acaso no es la vida así?
Para lograr concentración en la tarea que estoy realizando sin dejar de ser creativa, coloco un difusor con aceite esencial de Petitgrain con Romero. Esto se puede usar no solo para “unir trocitos de vida”, si no también en la oficina.
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