Cuando hay duda, no hay dudaAsí me explicaba una profesora que tuve en Argentina, cada vez que le preguntaba algo, yo iniciaba mi frase diciendo “Tengo una duda en relación a qué acción tomar con…” y ella me contestaba: “Paula, cuando hay duda, no hay duda”, recuerdo que la primera vez la miré muy sorprendida, no entendí del todo lo que me manifestaba, pero ha sido una de las frases celebres en mi vida. Palabras que añoro constantemente, sobre todo cuando no sé qué decisión tomar.

Ella quería decir que en el fondo uno siempre sabe lo que tiene que hacer, pero no quiere hacerlo. El beneficio de la confusión, de estar en una tiniebla de preocupaciones e incertidumbres, de no saber qué camino tomar, qué acciones seguir, es no tener que hacer las cosas que no se quiere hacer. La razón de no realizarlas es porque implica salir de la zona de confort.

La confusión es un estado que paraliza y de alguna manera pareciera que protege, ya que efectuar cambios, salir de las zonas donde estamos acostumbrados a movernos, es caro energéticamente para el cerebro, hay que invertir energía sin hablar del miedo que puede ocasionar. El cerebro tiene como principal misión mantenernos vivos, ya gasta el 20% de lo que nos alimentamos, por lo tanto todo lo nuevo, es un gasto mayor y lo evita. Hay un natural y casi instintivo rechazo.
Ayer estuve en una linda charla donde se habló justamente este tema e inmediatamente me vino a la cabeza la frase celebre de Andrea. El orador nos hizo 3 preguntas para que reflexionáramos y trabajáramos el tema de la duda.

Se las comparto acá, solo toman unos minutos e inmediatamente permite conectarse con uno, despertar y dar algo de luz a un momento de oscuridad y tinieblas:

¿Qué dudas tienes hoy?

¿Cómo te hace sentir?

¿Qué estas haciendo o dejas de hacer que atrae la duda en tu vida?

Espero que les sirva, encontrar las certezas en las acciones, el poder sentir que lo que pasa es perfectamente que pase en la vida, es un regalo y una gran tranquilidad.